"Y es que a los miedos, insisto
y añado,
hay que darles
desorden y poesías,
hay que atajarlos poniéndolos sobre la mesa,
descifrarlos con palabras, asumirlos, y vivir como si ahí no
estuvieran".
- Escandar Algeet -
Desvísteme despacio y corriendo que vengo a devolverte la clase de arte del jueves. Esa, improvisada veinte minutos antes. Y hoy me he dejado las prisas en las baldosas de las calles de Murcia mientras venía hasta aquí (a trompicones y pulso acelerado). Y eso de temblar, me lo has quitado en un abrazo, dos besos y un "hola, ¿qué tal?" al unisono.
Ahora estoy mucho mejor,
Deambular por pasillos donde pintores han dejado todo su arte contenido, en aquello que vulgarmente han llamado cuadros, contigo, es una forma de adentrarse de nuevo en la historia. Ya sabes que he sido una negada para eso. Es más, lo has comprobado.
He intentado mirar aquellas pinceladas de arte puro y restaurado (en la mayoría de los casos), con esa mirada que es capaz de perderse en la imagen, pero no he podido.
También he intentado escucharte con atención, sin llegar a conseguirlo del todo. Sólo entendía el lirismo de tu voz, y esos hoyuelos que se forman cerca de las comisuras de tus labios cuando sonríes.
Y son esos momentos en los que una se tambalea por dentro (tú ya me entiendes).
Ese pequeño arco que se forma en tu ceja derecha cuando levantas la mirada, es una forma de vida que va más allá del azul etéreo de tus ojos.
Y no me creerás si te digo que tú eres poesía, pero no encuentro nada más que pueda definirte.
El destino te ha colocado entre esas paredes porque, en realidad, Stendhal, entre líneas, hablaba de ti.
Y no me hables de malas brujas, que me pongo a hacer(te) magia y te recito sin palabras toda la poesía existente del mundo. Y, probablemente, seré yo la próxima que se queme en una hoguera por jugar con fuego. Por jugar contigo.
Y es que sin ti, las pócimas de lirismo que voy creando, pierden el norte y se quieren ir en busca de tu sur. Me han hablado de desiertos, sin saber que alrededor de tu ombligo no hay espejismos, sino una fuente que da vida.
Y ese lugar, entre tus piernas, es el idóneo para calmar mi sed.
No te alarmes, que prometo tratarte con toda esa fiereza interna en mí evocada en caricias, sin hacerte una pizca de daño. Que mis dedos no saben correr a más velocidad sobre la piel, como cuando toqué un fragmento de una pieza musical imaginaria en el aire, a milímetros de las teclas en aquel piano, que en ruinas se conserva y lo catalogamos como reliquia.
Que cuando pasaste bajo los brazos de aquella bailarina de aguas turbias, inclinada hacia adelante, me vi reflejada en aquella antigua imagen, y en esa postura, dispuesta a saltar al abismo de tus lunares.
Hay puertas antiguas, feas por fuera, descoloridas y bastante arañadas, que si las abres, te puedes encontrar con un mundo aún por explorar lleno de magia.
Y escucharás gargantas aclarándose para darte un hilo de voz, tan tenue, que necesitarás acercarte, porque será lo más parecido a ese primer suspiro dispuesto a romperse en gemidos.
Y no sé si las mariposas seguirán siendo tan hijas de puta como antes, pero han desatado una guerra en mi estómago, y bueno, parece ser que tú tienes la culpa y ellas sólo han aprendido a revolotear entre las profundidades de la piel.
Y no las culpo, no a ellas, no del todo. Que con tantas ahí dentro, es normal que me pase los días sobrevolando a ras del suelo. Pero con dos Desperados, ya empiezan a marearse, y luego me hacen vomitar hasta los miedos, y más aún si sigo ayunando(te).
Y en eso de correr escaleras arriba, somos parecidos. Y algún día acabaremos rodando escaleras abajo, mientras te explico lo que entiendo de amor y tú sigues clavando tus manos en el centro de mi espalda, desplegando mis alas.
¡Mírame! Que yo sólo entiendo de este tipo de arte.
Y aquí me tienes escribiéndote palabras que pienso enrollarte al cuello, en el eco de tu voz, para cuando no seas capaz de decir nada, y las ganas de besarnos dejen de ser tan estúpidamente cobardes.
Y pienso devolverte esa clase de arte, improvisada, algún día (pronto), de la única forma que sé...
Y utilizaré pasillos con paredes de papel para que los vecinos nos oigan rugirnos las ganas, y sepan que hay otras maneras de empezar a hacernos el amor.