jueves, 28 de marzo de 2013

Placeres y sucedáneos.

"Las ideas formaban líos de seda en tu pelo
y yo me enredaba en tu tela de araña
cerraba los ojos
y me dejaba llevar
a donde no hacían falta las palabras".

- Escandar Algeet - 

El rock antiguo es lo más parecido a un orgasmo,
igual que un ataque de risa en buena compañía.
Igual que hay bocas que vuelan
y otras que te hacen volar con un simple roce de labios.

Un orgasmo es aquello que se tiene
cuando la buena música te folla encima de una cama
minutos antes de dormirte.
O en mitad de una calle,
entre la gente.
Y a la mierda las vergüenzas.

Un orgasmo es aquello que te provoca las cosquillas de la risa,
en mil posturas diferentes
con un kamasutra en edición especial,
limitada,
a las dimensiones ilimitadas que la piel es capaz de alcanzar.

Como la imaginación.

Un orgasmo es aquello que nos une aún más
entre tu cuerpo y la pared.
Es lo que nos aprieta con fuerza entre las sábanas y el colchón.
Es aquel miedo que decide saltar desde tus clavículas,
y perderse,
dejar de existir.

Son tus manos enredadas en mi pelo
o arañándome la espalda.
Son tus pantalones por el suelo
o en los pies de mi cama.

Un orgasmo son tus miradas, 
tu nuca, tu espalda
(y cada una de sus constelaciones),
tus manos cuando se saltan los límites
antes de que se nos pase por la cabeza ponerlos.

Algo parecido a un orgasmo es esa mueca que haces con la boca
de la que se quiere escapar una sonrisa.
Y a la vez, con tu risa
eres capaz de hacerle cosquillas a mis miedos.

Un orgasmo llevado al infinito 
es ese hueco que se forma cuando arqueas tu espalda.
Cuando se te caen las ganas de las manos
y no sabes qué hacer con ellas
más que inundarme la vida.

Y qué bien lo haces,
qué bien se te da.

Un orgasmo es cuando pongo a la poesía (a ti) contra la pared,
para registrar(te) el corazón,
para llenar(te) la espalda de versos,
para lamer(te) las heridas.

Un orgasmo es cuando te resistes
y acabo ganándote la batalla.

Un orgasmo eres tú
en todas y cada una de sus dimensiones.


viernes, 15 de marzo de 2013

Por pedir (te) pido.


"Dicen que cuando no puedes dormir es porque estás despierto en el sueño de otra persona
y yo solo espero que lleve revoloteando por tus sueños ya unos años".

- Pablo Benavente - 

Por pedir pido que vengas.
Por pedir pido que sean tus sonrisas
las que me hagan romperme a carcajadas.

Por pedir pido, y reitero,
que seas tú,
quien cada noche me reinvente,
como quieras,
invirtiendo tu propia vida en caricias para mí.

Por pedir pido todos los conciertos de tu grupo favorito,
casi en directo,
sólo para dos,
en un sofá, contigo, y cervezas.

Por pedir pido que nada de esto sea fácil
pero que merezca la pena.

Por pedir pido que los kilómetros,
esos que utilizamos como moneda de cambio,
se reduzcan y se conviertan en impregnación de ganas
sobre dos cuerpos para inundarnos el alma.

Por pedir pido que los versos se me caigan sobre tu piel
cada vez que me apetezca escribir(te).

Por pedir, ya sabes, quiero que formes parte de cada esquina
de mi cama,
de mi habitación,
de esta casa.

Por pedir, grito, que te quiero conocer entre las seis cuerdas
en las que bailan tus dedos
acariciando notas de una nueva melodía,
utilizada como banda sonora,
de otro de tus momentos a solas.

Sin mí.

Y no veas que putada esa de entender de arte y tener a las musas lejos.
Y también a ti, pequeño.

Por pedir pido cielos de ciudades que nos dejen a solas al atardecer
con toda una madrugada por delante, a oscuras,
y un mundo abierto, sin puertas,
para luego vernos amanecer mientras seguimos enredados
entre las piernas.
Entre tus brazos,
y besos.

Por pedir pido que la lluvia nos moje cada día,
que nos haga llover,
pero que nunca lo haga desde tus pestañas.

Por pedir, también te quiero
pedir
que me dejes jugar entre los abismos de tus clavículas
mientras te cuento lunares
y memorizo su recorrido.

Por pedir pido que tu espalda sea ese trampolín
con un cartel inscrito en la piel que diga
“salida de emergencia hacia la locura”,
y lanzarme para no regresar jamás.

Por pedir pido mil calles envidiosas de nuestros pasos
y escaparates intentando negarse al reflejo de un beso,
nuestro,
entre transeúntes.

Por pedir pido, otra vez, ser la niña cuyos pasos
han sido a base de hostias,
y mira, me estampé contigo
hace tres calendarios.

Por pedir pido tachar días sabiendo que queda menos
para verte.

Por pedir, otra te vez te pido, que te quedes.
No aquí, pero tampoco allí.
Que te quedes, sí, pero en mi vida.

Por pedir pido, con-tratos
con-tactos
y palabras mudas
para dejar que sean las manos las que se nos vayan
y que no entiendan de límites.

Pero yo, ante eso
y sus efectos más primarios, secundarios, terciarios
e infinitos…
no sabré responder ante mis actos.

Ya sabes que siempre he sido de ideas claras y sueños largos
de amores que no se entienden
y pecan de bonitos.

Por pedir pido, que esto no se quede en palabras
escritas
y leídas en silencio o en voz alta.

Por pedir te pido, sumar las siete vidas de cada gato
que se posa sobre algún tejado cada noche
y hacerlas nuestras.

También te quiero pedir, poder hacer de ti una antología poética en braile,
entre orgasmos y suspiros
y entre las seis cuerdas de esa guitarra.

Que la toques como yo te verso a ti
y que la sientas como los escalofríos que me recorren de poro
a poro
la piel 
por dentro y por fuera.

Por pedir te pido
a ti
que me dejes seguir pidiéndote (cosas)
para hacerlas realidad algún día.

Y por pedir,  ya sabes que te quiero
pedir
algo más que una noche
y (muchos) menos kilómetros.

martes, 12 de marzo de 2013

Desnúdate que hay tormenta.

"Beberte un traguito de tiempo, medio gramo de olvido
y confiar, poner tu vida en los reencuentros
y lo que sobre en las casualidades".

- Escandar Algeet - 

Podrías venir como si nada a tocar la puerta de casa y
quedarte.
Podrías llegar después de tanto tiempo,
da igual la hora que sea
o si está lloviendo fuera,
si hace viento o nieva,
da igual.

Podrías llegar con el pelo revuelto 
y las ganas de verme en la punta de la lengua
con todos los días que nos hemos echado de menos
a cuestas 
y colocar tus maletas en cualquier rincón de mi habitación
y ponerte cómodo,
para quedarte,
para no irte jamás.

También, si quieres, puedes adornar el suelo 
de esta (nuestra) habitación
con tu ropa.
Ya sabes que pasará más tiempo ahí
bajo la cama,
colgada en el respaldo de aquella silla 
frente a mi escritorio
donde estudio,
donde suelo escribir(te)
y dibujar(te),
encima de la mesita de noche
o en cualquier otro lugar.
Menos en los armarios.

Perdona por el desorden, 
tampoco sabía que volvías,
pero desde que te fuiste no conseguí limpiar 
los restos de tu ausencia
y ahora que has vuelto,
prefiero rehacernos,
juntos,
y poner algo más de desorden.
Ya habrá tiempo de ordenar.

¿Qué me dices si esta noche la pasamos tirados
en el sofá,
fumando tabaco de liar
y algunas cervezas
mientras recordamos viejos tiempos?

¿Te hace escuchar la discografía de Marea?

¿Qué me dices si te saco a bailar 
en mitad de esta tormenta
y que nos empape la lluvia?

Las esquinas de esta cama aguantaron nuestro último torrencial,
y no han vuelto a mojarse desde entonces así.
Las paredes han perdido la práctica en eso de soportar
tus embestidas
mientras me retenías entre ellas y tu cuerpo.
La encimera de la cocina dejó de ser tan dulce desde que te fuiste
y pide a gritos un poco de calor,
humano,
nuestro,
para cocinarnos los días a fuego muy lento.

Las ventanas de casa están rotas
y cada vez que ha llovido
lo he hecho yo, sin ti.
Y sin ti,
sabes de sobra, 
que no es lo mismo.
Pero la lluvia lleva tu nombre
y, bueno, que te he echado de menos.

Mira, el cielo te ha visto llegar 
y se está poniendo a hacer de las suyas...
Quiere vernos llover mientras inundamos esta habitación,
esta casa un tanto gris,
esta ciudad falta de poesía.

He aprendido a versar en braile.
Déjame que lo intente sobre tu piel.

Ven, desnúdate
que hay tormenta.
El insomnio hoy será más bonito
y se nos hará tarde,
nos darán las seis,
y a eso de las siete te haré saber
la bonita similitud que hay entre amanecer
y verte despertar.

Quédate, vamos a inundarnos la vida, 
de orgasmos.
Ha empezado a llover, 
vamos a mojarnos.


martes, 5 de marzo de 2013

Jugarme la vida (contigo) a todo o nada.

"Pero qué suicidio más bonito tienes".
- Maggie Stonem - 

Mira, vida
que yo ya no atiendo a razones.
No me interesan los "peros"
ni los "y si..."
no.

No encuentro un lugar donde poder recitarte
sin tener que llamarte puta
de vez en cuando.

No entiendo de cadenas, 
vida.
Hace tiempo dejé de atarme miedos
al cuerpo,
a las muñecas de las manos, 
a los pies.

En la garganta solo me quedan gritos silenciosos
(unos pocos),
y saldrán,
no dentro de mucho,
a decirte eso,
que a puta no te gana nadie.

Pero, joder,
te pones realmente bonita subida a unos tacones,
en noches de alcohol
y música barata
mientras nos bailas los miedos
y nos atas nudos en la garganta.

¿A cuánto está la poesía?
Vida,
¿cuántos golpes nos cobras por verso?
Nos sale caro versarte en la boca.
Vida, 
nos sale caro.

Y luego llegas, cada noche
enfriando más las sábanas de mi cama,
recordándome que él no estará cuando despierte.
Como de costumbre.

Y odio tus costumbres, 
vida.
Odio tus jodidas rutinas
y esas mañanas en las que me da por preparar café para dos.
Sin él.

Odio esas mañanas,
madrugando,
en las que salgo a correr
cuando debería ser él quien se corriera,
a modo de pre-desayuno,
dentro de mí.

Cada mañana,
de cada día, 
de todo el puto año.

Y cada noche
son los gatos los que le maúllan a la luna,
que lobos quedan pocos
y no tienen las siete vidas que necesito
para rehacernos,
juntos,
a base de polvos.

Mañana, 
tarde 
y noche.

Que el amor no me entiende
porque le he cambiado las etiquetas,
y no sabe que
"FOLLAMARNOS"
(como dijo Salem),
es el mejor verbo conjugado
si eres tú quien
sin segundas personas
ni singularidades morfológicas,
se adentra, sin pensar,
en esta dulce introducción a mi caos.

Y, joder.
¡Pero qué suicidio más bonito tienes!
Y que ganas las mías
de comerte la vida.

Y con él, 
no es un juego de azar,
es jugarme la vida
a todo o nada.