lunes, 9 de septiembre de 2013

Días árticos

I

De cuando los lunes intentan sonreír pero no les sale.
Y yo aquí
una tarde cualquiera de septiembre
pero distinta
con mi vida,
a solas conmigo,
a dos días de otro examen
que llegará en forma de hostia 
si no encuentra las respuestas correctas.


II


Hoy tampoco me sale
sonreír
sin tener que forzar una mueca 
para poner buena cara.

Lo siento.

Encima (y no de mí); es decir,
y para colmo,
los cantautores empiezan a darme por culo 
con sus canciones.

Otra vez.

Esas que no sé cómo no escuchar.
Esas que tampoco quiero dejar de escuchar.



III


No llueve pero podría empezar a hacerlo,
lo deseo,
por si me da por romperme 
del todo
en mitad de este poema
o lo que quiera que sea
o como quiera llamarse,
aunque quiera llamarse por tu nombre
y no por el mío
me da igual
(tengo todos los derechos de autor
pero la inmortalidad hace tiempo que va a tu nombre).



IV


He acabado contigo tantas veces en un folio
que entiendo que sigas vivo
después de resucitar a polvos
en una cama.

Ahora quieres que vuelva a matarte.

Cabrón.



V


El teléfono no suena cuando te espero,
y cuando no lo hago
y suena
rara vez eres tú.



VI


Deseo cumplido: ha empezado a llover.

Era algo que me temía cuando he mirado al cielo
y he visto a las nubes vestidas de negro
para asistir al funeral del sol 
en plena tarde.

La lluvia suena en mi tejado
en mi ventana
en la calle
en cualquier rincón
como un grupo de rock cuando estalla en un orgasmo
instrumental.

Sabes de lo que hablo.

Ahora podré camuflar mis lágrimas entre la lluvia
sin que nadie se de cuenta
si me da por llorar
mientras bailo.

Y poder salir a pisar charcos
y a mojarme la ropa
y calarme hasta los huesos
como antes
como cuando era una niña
pequeña.

Sin paraguas.

Esperando después una regañina
y un posible resfriado
sabiendo que sonreír había merecido la pena.



VII


Sé lo que duele caer
después de hacerlo una y otra vez.
Y las que me quedan.
Y las que nos quedan.
Y nunca serán suficientes.

Porque querer duele.
Quererte
me duele
pero mucho más cuando no me quiero tanto.

Pero mucho menos cuando te tiras al suelo conmigo.

Y me abrazas sin pedirlo.



VIII


Ven, tengo un nuevo precipicio.
No te lleves el paracaídas.
Sólo cree que somos gatos
y caeremos de pie.



IX


Estoy a dos semanas de cumplir años
de saltar a mi segunda década de vida
de cerrar el mes de virgo
de acabar con septiembre en cualquier sitio
besándole en la boca,
y mi madre me recuerda como si hubiera nacido ayer.

Creo que tiene miedo de verme crecer tan rápido.

Sigo siendo la misma chica de ayer
pero un poco distinta.

Y yo hoy lo intento hacer bien,
pero no me sale
sonreír
sin tener que forzar una mueca
otra vez
para poner buena cara.



X


En los días de lluvia 
sin ti
me convierto en naufraga
de un barco a la deriva
en busca de una isla 
donde poder poner de una puta vez
los pies sobre tierra.

En días de lluvia,
en días como hoy,
los semáforos son manchas
tras el agua que cae luna abajo 
del coche
y no puedo distinguir las caras de la gente
que camina hacia no sé dónde,
no puedo distinguir si delante de mí
o cerca
estás tú
esperando a que te salven
mientras el semáforo está en rojo.

Y salvarnos.



XI


Lo que te preocupa es que se folle a otra,
y sonría
como nunca antes.

Y te entiendo.

Joder, claro que te entiendo.



XII


FUSIÓN.

Es lo que hace la noche con los días,
tu cuerpo con el mío
eyaculando sentimientos.

Lo siento
pero no voy a dejarte en paz
a ti que viniste proponiendo guerra.



XIII


Días árticos.
Hace frío.

Te necesito.