lunes, 18 de agosto de 2014

Necesidad vital


"Cada vez me atormenta más la incapacidad de hilar un pensamiento".

-A. Pizarnik-


No sé durante cuánto tiempo
mi memoria será
capaz
de almacenar recuerdos,
de recordar recuerdos
por sí sola.
Por el propio paso del tiempo.
              peso

No sé hasta qué punto será
consciente 
mi desordenada mente
de lo real,
de lo ya vivido,
de lo i(ni)maginable,
de los sueños aún en estado de espera,
de los sueños rotos,
también de los ya cumplidos.
De quién ha vivido
o está viviendo en mí. Ahora.
En unas horas, meses, años.
Cuando quiera que se lo pueda preguntar
y se lo pregunte.
Con quién comparto latidos.
Por quién. Por qué.

De mis ganas de vivir
después de morir unas cuántas veces
cada cierto tiempo.

Después y durante cada arañazo,
                       golpe.
Antes.

Del sexo.
De nuestra forma de amar,
                    querer(nos destrozar).

No sé hasta qué punto podrá
saber quién soy.
Reconocerme.

Por eso escribo.
Por eso me encantan las fotografías.
Fotografiar.

Es más,
es una necesidad vital.
Como respirar.

Mi necesidad vital,
como amar.
Amarte.

Como el mar, inmenso.

Por eso.
Por no querer olvidar.
Por el miedo al hueco que deja lleno
de vacío el olvido.

Por estar al borde de,
sin dejar de mirar
ni dejar de vivir.

Por ti.
Por mí.
Por la vida.
Por MI vida.
Por este miedo que 
me recorre los huesos.
Por este miedo que se corre
en mí, muy a mi pesar.

martes, 12 de agosto de 2014

La libertad del salvaje huracán

"Porque los nombres que pronunciabas antes ya no son los 
                                mismos
han cambiado los sonidos de todas las ciudades en las que 
                                     viviste
ya no ocurre igual dentro de tu pecho
ni en esta habitación
ni en esta palabra
ni en ningún idioma."


- Isabel García Mellado -


Vivo la poesía con daños, con amor,
con rabia, con distancia, con tiempo al tiempo,
con miedo al silencio.
Con silencio.
A gritos.
A besos.
A versos.
En mi propio eco
como en tu garganta.
En otros cuerpos.
En otros nombres.
Hombres.
Tú no.
Tú ya no.

Nunca más 
siempre
contigo.

Abriendo heridas
como si abriera cartas que llegan
cuando menos me espero.
Que lleguen.
Que seas tú.

Vivo. Dejándome moldear por otras manos
-que sujetan fuerte
pero sin ahogar-
la piel, las caricias.
Como quiero.
Cómo quiero.

Qué tacto tenías, joder. Que haberte pillado
las manos en las ventanas que cerrabas
para salir de espaldas por la misma puerta 
de entrada.
Entreabierta. Para otras.

Eras jaula.
Me abrí en ti
para escapar.

Vivo la poesía con doble de hielo y 
sin la prisa
con la que no pude vivirte a ti.
Con nostalgia. De mí.
Con saliva propia y de otros
para cicatrizar heridas
aunque el veneno de otras bocas
escueza. Como tú.

Guardando las maneras 
(con que nos teníamos)
y perdiendo las formas 
de encontrarnos de nuevo,
más viejos. Sí.
Pero, tal vez, más felices
aún habiéndonos dejado. Tan rotos.
Tan llenos de,
tan abandonados,
tan descuidados.

Fuimos.

Tantas palabras
haciendo de única arma mortal.
Cabezas que vuelan. Corazones.

Sólo sexo.
Tú lo llamaste amor
y no me lo creí.
No pudiste demostrarlo
tal y como me querías:
desnuda para ti
y también para otros.
Siendo pájaro entre cientos de cuervos volando
esperando matar.
Matarme.
Por hambre.

Siendo el polvo que queda acumulado 
en superficies, pero por superficialidad.
Después de nuestro último polvo. Cenizas.
Durante.
Arañazos.
Derrumbe.
Porno.
Desastre.
Poesía.
Frenesí.
Curiosidad.
Soledad.
Cáncer emocional,
de sueños.

Qué hostia te has dado
conmigo.

Después de ti
sé que existe la vida
en nuevos principios.
En mejores precipicios.

En peores lluvias aprendí 
a bailar mejores tangos.
Descalza sobre cristales.

Sigo.




Saltando

sin paracaídas.
Ahora no caigo; vuelo.
Más. Bien.

martes, 5 de agosto de 2014

No te acabes nunca

Ahora te miro y siento
que el mundo cobra sentido a tu paso.
Saber que estás
y tienes ganas de seguir
quedándote
despliega mis alas,
llenándome de ganas 
de volar contigo.

Ahora mi risa es más fresca,
más viva,
si comparto la vida
contigo.

       A tu lado.

Joder, nunca he visto a nadie
tan desnudo como aquella noche
en la que, con sólo mirarme,
ya me lo empezaste a contar todo.

Miré tus manos.
En una de ellas sujetabas
mi tercio de cerveza,
mientras me atusaba el pelo.
Y en la otra
tenías la venda 
llena de nubes negras
que me había cegado hasta entonces.

Luego me besaste,
devolviéndome la libertad
estando en una jaula rota.
-Ésto vino días después.-

Qué lluvia más amarga
se tragaron mis ojos
cuando te negué un abrazo.
No quería que me vieras 
dolerme así.
No quería 
dolerte,
como si abrazases cristal
en mil pedazos.
Eso era.
Qué si no.

Nunca he visto a nadie
tan fiero y frágil,
independientemente de si
llevaba puesta o no la ropa,
como te vi a ti.

Sentí algo tan intenso
e inexplicable
que ni siquiera ahora
me atrevo a ponerle muchas palabras
ni ningún nombre
a todo lo que eres,
a todo lo que te has convertido para mí
en la vida.

A lo que somos.

Pero sé que eres tú,
que es tu aliento el que quiero
por las mañanas
nada más despertarme y retorcerme
aún de sueño(s) en la cama.

Y en las siestas.

Que me sigas dando besos en la nariz.
Que no te acabes nunca.

Que es tu piel la que quiero
jugando a ser una
con la mía.

Una única piel: la nuestra.

                  N O S O T R O S
                  fundidos
                  en un solo ser.

Que no podamos distinguir 
nuestros límites
porque seamos uno 
la continuación
del otro.

Que son tus ojos y tus manos 
las que quiero que me entiendan
sin contarte a penas nada.

Que hay precipicios llenos de besos,
sexo y amor.
Que tú los eres todos en un solo cuerpo.

¡Qué vértigo!, pero aún así,
cómo no dejarme caer en ti.
Cómo no saltar contigo.