viernes, 27 de diciembre de 2013

Cabrones e hijos de. hay en todos sitios

Nos tiran de la lengua.
Esperando oír lo que quieren
sin saber escuchar

los latidos del corazón 
como golpes en la garganta
atascado entre cuerdas 
que estrangulan
vocales
abriéndose paso entre dientes
latiendo fuerte
fuentes
de emociones y miedos
vómitos sin suerte
mientras asienten,
ellos,
los muy cabrones,
con la sonrisa más puta
dibujada en la cara,
que aquí no ha pasado nada.

Se lavan las manos en sangre
se bañan en fango
y aún así con esas y con otras
creen salir mucho más limpios.

Se atreven a doler a ojos cerrados
como quien hace daño queriendo
sin querer
ser consciente de que lo ha logrado.

Nos tiran de la lengua.
Esperando oír lo que quieren
sin saber 
sin tener ni puta idea de.

Que el diablo sabe mucho más por viejo.

Nos tiran de la lengua
al cuello
y a matar.
Y no nos consiguen 
ni por las malas ni por las peores 
como todos ellos quieren:
siguiendo como ovejas al que dice ser pastor
por un campo muerto
con miedo a que ese perro viejo que ladra
sepa morder de verdad.

Y mucho menos olvidar que aquí seguimos,
que no estamos solos
que puestos a sudar
vamos a luchar 
hasta darlo todo
por un poco de estabilidad al volar.

jueves, 10 de octubre de 2013

Lejos

Te vi
y por un momento 
quise ser de humo para estar entre tus labios.
O color verde
para que me eligieras 
desde por la mañana, tal vez;
con carita de sueño(s)
e ir puesta en ti toda la noche.

Hubo miradas que me envidiaron
al abrazarnos la vida un momento
                                               y otro,
y el temblor de una sonrisa que empezó a romperse
al salir por la puerta
al separarnos,
donde nos encontramos por primera
- y deseo que no por última - 
vez.

Así que o vuelves
a llenarme de aquella forma las noches
y a vaciar las copas de bares como aquél,
o va a dolerme toda la poesía.
Mucho más.


martes, 8 de octubre de 2013

Caminos que no dejar de recorrer.

"Para educar
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata
y un poco de poeta".

- Gabriel Celaya

"Educar 
es atreverse a hacer equilibrio
sobre la línea del horizonte.

Es lo que nadie ve
pero todos necesitamos".

- Diego Ojeda

Educar es un proceso de vida a muerte.
De caminos que nacen
se juntan
se enredan y entrelazan,
se separan
pero rara vez desaparecen
si no se abandonan; como los sueños.

Educar es convertir un camino de piedras
y tierra sin labrar
en un laberinto de flores
donde siempre buscas la salida junto a alguien
y esperas ser un buen compañero de viaje.

Flores que te miran al pasar,
viven de tu risa y crecen con tus llantos.
Caminos que son casa y hogar por las personas que pasan,
por las que se quedan
a enseñarte tantas cosas de la vida...
incluso cuando ya no están más que en tus recuerdos.

Educar es invertir siempre en un futuro 
y a veces pasar frío.
Decidir,
construir
y modelar.

Es estar actuando en la misma obra de teatro una y otra vez
pero con distintos protagonistas.
Es el tren que espera en la estación de la ignorancia
jugando al escondite con la incertidumbre
a que te subas
y utilices sólo tu billete de ida.

Educar es enseñar
a con-vivir,
a darle miedo al miedo
jugando a coger aviones por encima de éste.
Educar es luchar por lo que quieres.
Enseñar nuevos idiomas
para que un día,
los que, sin hablar, no supieron cómo hacerlo,
nos entiendan.

Es mirar una obra arte
con los ojos de adulto
y el corazón de un niño
en mitad de un museo.
Y sonreír.

Educar es como un poema sin acabar,
no salvarse de algo sin haberlo intentado,
borrar los verbos grises del diccionario.

Educar es coger todas las indiferencias en una mano,
llenar de sueños la otra,
mezclarlo todo,
y soplar con vocación la felicidad hacia adelante.

Educar es un verbo que engloba
todos los motivos por los que un niño
me hace seguir aquí, 
caminando,
incluso descalza.






Gracias, sin duda, a Diego Ojeda por la inspiración y por escribir "Caminos".

sábado, 5 de octubre de 2013

En otro de mis giros de tuerca
cuando le doy vueltas
y vueltas
a todo
te pedí estabilidad
y equilibrio
para dejar de tambalearme,
aunque sólo fuera un momento.
Me estaba mareando
el pasar de las horas,
la noche,
la vida;
y tú me pediste que dejase de jugar
con las metáforas.
Qué culpa tengo por querer sobrevivir
a las pesadillas,
al insomnio.
Que la vida no necesitaba más adornos
sino la puta verdad, decías.

Y la puta verdad es que sigues sin estar aquí.
Y yo
sigo jugando con las metáforas
(alejándome de todo).


"Con las metáforas no se juega. El amor puede surgir de una sola metáfora".

- La insoportable levedad del ser -

lunes, 9 de septiembre de 2013

Días árticos

I

De cuando los lunes intentan sonreír pero no les sale.
Y yo aquí
una tarde cualquiera de septiembre
pero distinta
con mi vida,
a solas conmigo,
a dos días de otro examen
que llegará en forma de hostia 
si no encuentra las respuestas correctas.


II


Hoy tampoco me sale
sonreír
sin tener que forzar una mueca 
para poner buena cara.

Lo siento.

Encima (y no de mí); es decir,
y para colmo,
los cantautores empiezan a darme por culo 
con sus canciones.

Otra vez.

Esas que no sé cómo no escuchar.
Esas que tampoco quiero dejar de escuchar.



III


No llueve pero podría empezar a hacerlo,
lo deseo,
por si me da por romperme 
del todo
en mitad de este poema
o lo que quiera que sea
o como quiera llamarse,
aunque quiera llamarse por tu nombre
y no por el mío
me da igual
(tengo todos los derechos de autor
pero la inmortalidad hace tiempo que va a tu nombre).



IV


He acabado contigo tantas veces en un folio
que entiendo que sigas vivo
después de resucitar a polvos
en una cama.

Ahora quieres que vuelva a matarte.

Cabrón.



V


El teléfono no suena cuando te espero,
y cuando no lo hago
y suena
rara vez eres tú.



VI


Deseo cumplido: ha empezado a llover.

Era algo que me temía cuando he mirado al cielo
y he visto a las nubes vestidas de negro
para asistir al funeral del sol 
en plena tarde.

La lluvia suena en mi tejado
en mi ventana
en la calle
en cualquier rincón
como un grupo de rock cuando estalla en un orgasmo
instrumental.

Sabes de lo que hablo.

Ahora podré camuflar mis lágrimas entre la lluvia
sin que nadie se de cuenta
si me da por llorar
mientras bailo.

Y poder salir a pisar charcos
y a mojarme la ropa
y calarme hasta los huesos
como antes
como cuando era una niña
pequeña.

Sin paraguas.

Esperando después una regañina
y un posible resfriado
sabiendo que sonreír había merecido la pena.



VII


Sé lo que duele caer
después de hacerlo una y otra vez.
Y las que me quedan.
Y las que nos quedan.
Y nunca serán suficientes.

Porque querer duele.
Quererte
me duele
pero mucho más cuando no me quiero tanto.

Pero mucho menos cuando te tiras al suelo conmigo.

Y me abrazas sin pedirlo.



VIII


Ven, tengo un nuevo precipicio.
No te lleves el paracaídas.
Sólo cree que somos gatos
y caeremos de pie.



IX


Estoy a dos semanas de cumplir años
de saltar a mi segunda década de vida
de cerrar el mes de virgo
de acabar con septiembre en cualquier sitio
besándole en la boca,
y mi madre me recuerda como si hubiera nacido ayer.

Creo que tiene miedo de verme crecer tan rápido.

Sigo siendo la misma chica de ayer
pero un poco distinta.

Y yo hoy lo intento hacer bien,
pero no me sale
sonreír
sin tener que forzar una mueca
otra vez
para poner buena cara.



X


En los días de lluvia 
sin ti
me convierto en naufraga
de un barco a la deriva
en busca de una isla 
donde poder poner de una puta vez
los pies sobre tierra.

En días de lluvia,
en días como hoy,
los semáforos son manchas
tras el agua que cae luna abajo 
del coche
y no puedo distinguir las caras de la gente
que camina hacia no sé dónde,
no puedo distinguir si delante de mí
o cerca
estás tú
esperando a que te salven
mientras el semáforo está en rojo.

Y salvarnos.



XI


Lo que te preocupa es que se folle a otra,
y sonría
como nunca antes.

Y te entiendo.

Joder, claro que te entiendo.



XII


FUSIÓN.

Es lo que hace la noche con los días,
tu cuerpo con el mío
eyaculando sentimientos.

Lo siento
pero no voy a dejarte en paz
a ti que viniste proponiendo guerra.



XIII


Días árticos.
Hace frío.

Te necesito.

martes, 20 de agosto de 2013

Vominsomnio de nostalgia.

Escribo menos de lo que te llego a echar de menos a ti
que ya es bastante,
no me caben todas las palabras que sé decir,
me faltan adjetivos 
para nombrar algo de aquello que no te digo
y que tan fuerte suena en mi cabeza.

Innovar o morir
de amor
de ti
sin ti.
Invertir.

Mentir ahora en esto
no sirve de nada.

Renovar
reconstruir
el corazón para que no deje de latir.
Pero, ¿cómo?
He perdido las piezas en infinidad de ciudades
de las que no conozco ni más de la mitad.

No sé cómo, dónde
ni con quién estarán.
Sólo sé que volaron.

Seguir así,
seguir sin más
con este streptease emocional
una y otra vez
del que hasta nos acaba sobrando la piel.

Sonreír
sobrevivir.

No me busques los motivos, Joaquín
yo tampoco los encuentro.

La brújula que tenía solía mandar mi norte
al sur de ti.
Puede que estuviera rota, no lo sé
pero me encantaba (he de admitirlo) perderme ahí.

Mentir es difícil ante un papel en blanco,
golpeando levemente unas teclas en este caso
o mirándote a los ojos.
Inventarte no puedo porque existes
incluso antes de querer que te quedes,
de quererte.

Mucho antes.

Habrás ascendido varios peldaños en tu vida mientras ruedo
escaleras abajo con todos tus recuerdos.
Comprobando lo que siguen doliendo las caídas,
como el amor.
Tropecé con el sonido de tu risa de espaldas
y fue lo que me hizo caer
en cuanto me solté de tu mano aquella noche
por alzar el vuelo como me enseñaste a hacer
tú,
que decías que tenía ojos de gata
alma de pájaro
y alas de mariposa

que estoy repleta de colores.

Ahora sólo encuentro el gris
y me abruma.
Sigo siendo la misma torpe de entonces
incluso antes de tener la intención de desplegar las alas.

¿Dónde estás,
amor?

¿Dónde estoy
que no estoy contigo?

Delirios que se tropiezan hasta reventarse
la cabeza
contra la fiebre y el desvelo.
El insomnio está acabando conmigo
y esta noche,
a sesenta minutos por hora,
muy lentamente.

"Terremotos y vendavales se agazapan detrás de las cortinas
esperando a que me duerma".

Y la poesía no es suficiente si no escribo desde tu cuello,
si no la encuentro en tus labios
toda esta realidad me parece bastante absurda

y triste,

pero real.

Cierro fuertemente los ojos,
los abro
y nada ha cambiado.
Siguen naciendo y muriendo,
sobre todo muriendo, personas.
El mundo sigue siendo corrupto,
los políticos no dejan de mentir.
Se creen que nos caímos ayer de un árbol,
que somos tontos.
Y ahí siguen haciendo como si nada
mientras este país tiembla en la inestabilidad
buscando un punto de apoyo,

y la mujer del tarot habla de no sé qué tipo de suerte
a las 3:00 a.m
junto con artículos de oferta en el canal de la teletienda.

Se huele demasiado a basura en un alto grado de descomposición.
¡Joder, qué asco!

Antes de que ésto acabe
dimitirá primero el verano
y algún que otro invierno.

Espirales de sábanas enroscadas
a un sólo par de piernas desnudas
que buscan el lado caliente de una cama de noventa 
que se queda demasiado grande
para una sola persona
en la que sólo habita el frío e intento dormir
por soñar que estás aquí
conmigo
o por no pensar más
y dar por finalizado el día
que se engancha de golpe a las horas de otro
en cuestión de segundos.

Todo sigue, es ley de vida
y no existen treguas.

Mutilada la suerte de volver a dormir contigo.
Qué putada, joder, llegar a la cama
y ver que no estás ahí.

Los ruidos nocturnos que me acechan son ya cotidianos,
este palpitar sin descanso
de un corazón roto y sin frenos,
el parpadear de unos ojos marrones
cansados
y tristes.
Pesados.

El pasar de las hojas de un libro nuevo
otros más antiguos
que duermen cerca o dentro de mi cama
bajo el descuido de unos dedos que han frenado la sutileza de las caricias
entre sus hojas
como queriendo detener el tiempo
en la mejor parte de una historia.

La mayoría son poemas y hablan de sexo
o nostalgia,
de un amor al que le sobran las palabras.
De una tal Laura a la que no conozco y no sé cuántos lunes se deben,
de malversaciones,
jodidas historias de amor
o manuales para sobrevivir a un suicidio con-verso(s).

Hablan de ti
de verbos y todo un arsenal de palabras conjugadas 
por otros dedos ajenos a los míos.

Me he dormido
un momento y he soñado algo
que ya no recuerdo.

Aún no has vuelto
y yo sigo aquí
contando las vueltas que doy en la cama.

Escucho el chirriar de persianas que cada mañana no dejan entrar toda la luz
de un sol que se muere de ganas por colarse entre unas sábanas de algodón
y despertarme como solías hacer tú:
besándome desde la espalda.

Aún es temprano para eso.

Espiral de insomnio, 
prisión de-mentes,
suicidio asistido invertido.
Tengo los sueños cabeza abajo
y la vida patas arriba.
Nada nuevo.

Pero escribo
y nunca supe separar las palabras de los hechos,
aunque acabo convirtiendo poemas en fórmulas matemáticas
en las que uno más uno no siempre me salen dos,
sino tres o cuatro.
Depende de quien no duerma solo por las noches.
De donde resbala el amor y la nostalgia por la tinta de un bolígrafo
que llega a emborronarse tras una lluvia de lágrimas
que se creerán reflejo de estrellas,
porque solía brillar antes de que despertase el sol.

No pretendas que te defina el ruido sordo de una lágrima caer,
deja hablar y escucha los suspiros
ellos ya lo dicen todo.

El mar seguirá donde siempre
esperándome cada año
desde la orilla de aquella cala
donde solía conjugar metáforas mientras miraba al horizonte
y veía subir la marea.

Decíamos no cambiar el cielo
por un corto vuelo sin motor en caída libre
si podíamos correr por ganarnos una maratón de orgasmos
entre nuestras piernas.

Sigues sin venir

y yo...

Meto el dedo en la herida
para comprobar que la bala sigue ahí.
Sólo eso.


miércoles, 7 de agosto de 2013

Para que entiendas que no somos tan desconocidos

"Cuando cada corazón
cambia el curso de su propia corriente,
cuando comienza
la carrera por conseguir
cada centímetro de piel,
cuando combatir
contra el circular del cosmos
se antoja sencillo y sin complicaciones".

- César Ulla -

"Puedo parecerte un niño si te pido, por favor, un orgasmo
y me abracadabro solo contigo
porque solo
no tengo ni puta idea de magia,
aun así sigo contando mis sueños como quien cuenta números romanos,
con letras X por todas partes".

- Escandar Algeet -


Ojalá sigas persiguiendo minifaldas
como siempre desde que te conozco
confesando que has bebido
en la barra del bar del que ella parece tener las llaves
con tan solo descruzar sus piernas
cerca de tu sed
de felino enjaulado.
Y cuando las cierra
tú sigues dentro
pensando que estás en casa
y que tienes barra libre para la mejor borrachera de tu vida
con la resaca más dulce que exista.

Como tu madre te trajo al mundo
desnudo
y con esa manía de andar descalzo
entre cristales rotos
mientras intentas beberte todas las lágrimas cuando ella te llora
en forma de lluvia
en la boca.

Ahora le encuentras sentido a los domingos.

Cómo vas a odiar las tormentas,
es difícil hacerlo.
Te lo aseguro.

Es precioso ver llover y mojarte,
dejarse calar hasta los huesos
no sólo a través de una ventana,
ya me entiendes.
Porque sería un tremendo error no come(te)rte.

Te dije que encontrarías a alguien que controlase el tiempo
con el ruido de sus tacones al caminar
cerca de tu vida
en alguna ciudad que aún no conoces demasiado bien.
También la temperatura, no es casualidad
que le digas sol cariñosamente.

Y no me creías
cuando te hablaba de magia,
pero es que en el fondo todo se resume a eso: magia.

Y yo la descubrí cuando te miré a los ojos
y vi un cielo tan azul en tu mirada capaz de hacer olvidar los días grises...

Enseguida sonríes
como quien mete un gol en su primer partido de fútbol,
como cuando eras niño,
y quieres más.
Tú nunca tienes suficiente,
siempre es doble o nada,
y demasiado te sigue pareciendo poco.

Llevas un secreto escondido en la piel
y sueles mentir arrodillado a la altura de sus caderas,
profanando un templo en el que ella es diosa de la única religión que conoces
y aceptas practicar.

Rara vez vuelves a los caminos que un día te hicieron feliz si te vas
o te dejan
las puertas cerradas tras el portazo de una huida
para que saltes al vacío
por la primera ventana abierta que veas.

Menos mal que un día juntos intentamos cosernos las alas
para cualquier tipo de vuelo
sin paracaídas.
Espero que sepas remendar lo descosido
si vuelves al suelo
en un aterrizaje fortuito del que no sales libre de heridas.

Te quedan bien las cicatrices,
el paso de los años
galopando por tu piel

Te lo dije:
aquel no sería el último café que me tomase contigo.
Y me alegro de que vuelvas con esa mueca que se torna sonrisa de felicidad
sin un reloj que cuente el pasar de las horas,
pidiendo cerveza
para contarme orgulloso cómo el tiempo
te ha hecho capaz de curarte a solas las heridas.

Y es que llorar nunca te sentó mal pero tienes una sonrisa preciosa
que merece mucho más la pena ver de cerca,
amigo.



lunes, 5 de agosto de 2013

Desde la primera vez que salí a buscarme aún no he vuelto

"Me escribo sólo porque no me leo".

 - Lara Moreno- Ventas -


Sigo sin entender cómo mi voz puede sonar tan rota a través de un puto micrófono.
Por eso espero que entiendas que no me guste demasiado hablar por teléfono
ni recitar algo de lo que hace tiempo escribo                                                              
(pero lo haré)
porque parece que me voy retorciendo entre las hondas
del dolor del pasar de los (d)años.

Me estoy dejando los gritos en cada golpe de silencio
cada vez que me callo.
Y es normal que me duela la garganta
de no usar demasiado bien las cuerdas vocales.

Sé que llevo la sonrisa puesta en la cara
que se me suele escapar fácilmente de la boca
y que si no es en rojo
prefiero el desnudo de unos labios que seguirán dejando huella al besarte.
Pero sonreír a veces, y tú mejor que nadie
lo sabes
duele.
De tanto forzarnos
por no llorar.


¿Y desde cuándo algo forzado ha salido bien?

Aunque a golpe de sonrisa aparezcan los motivos
para no dejar de hacerlo.
Tú apareciste como objetivo mientras miraba detrás de una cámara
con la que aún no consigo enfocar demasiado bien diferentes perspectivas.
Pero te atrapé con tan solo un "click".
Y créeme, sonrío por no llorar
por evitar hacerte (más) daño (del que ya te han hecho).
Que tú no te mereces las penas que tanto tiempo llevo limpiando
y me siguen dejando puesta de mierda hasta arriba.

Puedes preguntarle a los monstruos que hay bajo mi cama
que me siguen mirando igual
que yo a ellos: con miedo.
De no saber cuándo se acabará esto
sin querer que se termine nunca.
Así de masocas crecemos en el mundo.

Llevo bajo los ojos unas ojeras que me sostienen por la noche
y por el día se despiertan en todo su esplendor
remarcando que han estado conmigo
en tu ausencia
desgastando sábanas del lado bueno de una cama
que no es la tuya
mirando un reloj que parecía no contar las horas demasiado bien,
mientras a mí me sigue pesando el sueño haciendo el desayuno
y eligiendo algún libro que leer de la estantería
si no me corren las prisas por la mañana.

Que en la tele nos meten la realidad por los ojos con morbo
enfocando cada golpe que nos da la vida
hasta el último detalle.
Y si hay sangre, mejor. Enfoca más.
Más audiencia.
Menos sensibilidad y más pánico.


¿Así quieren hacernos fuertes?

Recorro suburbios de bucles musicales por los que camino lentamente
dejándome la vida en lo que siento con la melodía de una canción de la que no entiendo
demasiado bien el idioma
y me verás con los pies al borde de un precipicio
rozando con los dedos el suicidio
del primer orgasmo
del segundo
del tercero
y de los que vengan
si estallo de espaldas a la muerte.

Si le gano la partida a tu risa
en una fragmentación de llantos.
Y es que tú aún no me has visto llover del todo
ni a solas.

Llevo haciendo burbujas de jabón tanto tiempo con las manos
en la ducha
que sigo creyendo en la capacidad de volar sin alas
si me meten un poco de aire en la boca
y me empujan un poco del culo
mientras me sostienen con la otra mano en la espalda.
Sigo jugando con mi niña interior a caminar por caminos
y valga la redundancia
en zapatos de otros.
Como cuando papá no me dejaba salir corriendo del baño descalza 
después de la ducha
y subida a sus pies me llevaba hasta mi habitación.
Y acabé escondiendo todas mis zapatillas por querer levantar un poco los pies del suelo así.
Ahora me pongo las suyas o ando descalza.
Manías, tontas.


En los espejos me gusta mirarme bien de cerca
a los ojos
por ver cómo tengo el alma
a través de las betas que los atraviesan.
Que aún tengo una guerra pendiente conmigo misma
y sigo perdiendo batallas por los mismos motivos de siempre.

Que la ventana de mi habitación no da hacia ningún paraíso si no hay luna llena.
Que no vas a llegar a conocerme del todo
pero puede que lo hagas incluso algo más que yo misma 
aunque diga que "me conozco como si me hubiera parido cientos de veces"
es un poco mentira
desde la primera vez que salí a buscarme aún no he vuelto.
Me pierdo una y otra vez dando vueltas a lo mismo en un intento de no pensar en nada,
como si fuera posible alguna de ambas cosas.
Pero aquí sigo, escriviviendo
que ya sabes que a mí todo esto de los sentimientos también me siguen pareciendo un poco laberinto.

viernes, 26 de julio de 2013

No pretendo que lo entiendas, pero

A Escandar y Salem
y al resto de poetas,
por lo que provocan cuando hacen todo eso
a lo que podemos seguir llamando poesía.
Gracias.



Ojalá llegues a sentirlo.
No sabes lo que te puede gustar la poesía hasta que no la tienes delante,
y se cuela hasta el fondo, tocándote
bien adentro arañando a su paso cada recoveco de lo que eres,
lo que fuiste y lo que te queda
por ser.
Hasta que te penetra como una bala que la vida te ha disparado en la sien
y que otros empezaron a contarte, como un cuento cada noche, 
porque tú
aún
seguías en coma e inconsciente en un mundo de mierda 
tan real, donde querían verte (al) despertar,
donde los domingos son días que mueren escuchando a Nacho Vegas,
después de correrte, o casi hacerlo, al escuchar a Quique González,
(y también mueren sin ti, demasiados, para qué mentir),
donde las borracheras eran el principio de todos los poemas de Bukowski.
Donde los lunes son ese primer día de la semana que tanto odiamos
porque parece que alguien ajeno a nuestra suerte nos empuja de la cama y nos hace
apoyar primero 
el pie izquierdo
por huevos
o-varios
tras perder el equilibrio al despertarnos de un sueño, o quién sabe,
una pesadilla.
Que a veces se nos olvida, pero son lo mismo. Sueños, 
al fin y al cabo que no queremos que se cumplan nunca.
Los últimos.
Pero solo hay que abrir los ojos para no entender nada y sentir mucho dolor
en la mirada de la gente.
Ojalá verles y hacerles, por supuesto, sonreír más
que llorar.
A cara descubierta, que ambas cosas parecen estar mal vistas en esta sociedad
capitalista
de sentimientos.
Pero no se venden. No estamos dispuestos.
Y así vamos hacia algún lugar desconocido que creemos conocer
redirigiendo a las vías el tren de nuestra vida en el que somos maquinistas queriendo ser pilotos de avión.
Por lo de volar, digo.
Que rara vez ponemos en el suelo los pies
aunque la vida a veces nos tenga sujetos por cadenas a una piedra con la que nos dejamos
y no dejamos de
tropezar,
hasta que nos volvemos expertos en las caídas del camino y sus cunetas.
Pero que no lo hagan con el corazón
que necesita ser libre.
Y ojalá no nos tapen jamás la boca porque nos sigue funcionando la mente
y podemos, claro que podemos,
seguir
dando
por culo.
Y yo solo sé estar callada si me estás besando.
Que nos dejen las manos libres al tacto de un cuerpo
desnudo
que ya vendrán los insomnios y las noches grises con papeles en blanco y restos de tinta
con la que cargar el alma,
y toda la poesía del mundo
para querernos un poco aunque no entendamos muy bien qué es eso
a lo que llaman amor.
Aunque lo hagamos a pelo
y yo apele a ti,
prefiero llamarlo por tu nombre, que suena mejor. No tienes que entender el por qué
me gusta todo esto
de los versos y el arte,
el rock 
como estilo y filosofía de vida o como casa
en la que vivir,
a la que regresar
si me da por salir huyendo.
Y no es que no sepas lo que me puede o no gustar la poesía,
es que es difícil entenderlo 
hasta que la necesitas,
y nunca encontré una explicación coherente para tantos desastres
sinsentidos
e incoherencia.
Algo ajeno a ésto.
Para tantas putadas por las que hasta terminas escribiendo (mal)
por medir tus propias pulsaciones
y saber que sigues vivo.
Me la metieron a golpes 
de estudio
la poesía, joder,
y así es imposible que algo empiece a gustarte si pierde casi toda su magia
la primera vez que te hablan de ella.
Si te ponen un límite al que llaman métrica
cuando yo siempre he sido un verso libre
al borde de cada precipicio.
Por eso tardé tanto en llegar 
al verso más alto que empieza desde el suelo.
Pero créeme que la encontré tras perderme una vez más, 
y sé que todo eso 
de que la poesía suena mejor
es una realidad que me sé desde el día que leí sus versos
y supe sus nombres.
Y tú, quizás no tengas ni puta idea
de quienes hablo
pero ojalá, como yo
un día te caigas de golpe y de frente en una de sus páginas
y no sepas cómo girar la cara para no mirar lo que tienes delante,
y sientas el peso de todo esto,
de la caída tras volar sin paracaídas,
de los corazones.
Y muchos te dirán que tienes uno enorme, co(n)razón
de quien eres,
sin ser conscientes de lo que te pesa por dentro,
de lo que llevas cargando tanto tiempo a tu espalda.
De los sueños que se han convertido en daños por los que seguirás ahogándote en un vaso
con tus propias lágrimas,
puede que hasta con las suyas.
Y tú, si después de todo esto te atreves a llamarme 
a mí
poeta
por cortar frases en supuestos versos según la grieta que tantos nudos de garganta me dejan
para seguir respirando
diré que estás loco.
Tanto como cuando dejaste caer este arma de doble filo y amplios puntos de vista 
según las miradas
en mis manos.
Tanto como para entender algo de todo esto;
que yo no sé si me explico
al decir que esta es la forma más bonita de romperse cuando no lo hacemos a carcajadas
o en un orgasmo.

miércoles, 24 de julio de 2013

Por cada suspiro en silencio sólo sé que me alejo.

Yo no tenía ni idea de que aquél poema iba a ser el preludio de un desahucio
ante mi inestabilidad entre querer quedarme
y salir huyendo.
Sigues siendo la casa en ruinas más bonita que quise restaurar a golpes de sonrisas.
En la que quise quedarme a vivir. Y tú lo sabes.
Aunque te duela, sonríe, por amor. Por favor.
Sé que las cicatrices duelen si las tocan
e intenté des-coserte, por colarme dentro, a golpe de pluma y un poco de tinta
tantos besos como se me escaparan por la boca
hasta la tuya.
Con fuerza.
Me agarré a tu cuello y te besé.
Luego me diste tus labios todo el tiempo que quisiera.
Y los sigo queriendo
pero me sigo queriendo ir.
Tampoco supe que aquella noche se iba a quebrar todo
ni que me iba a romper en un millón de pequeñas dudas
con las que acabaré echándote de menos desde que mi nombre en tu boca tuvo sentido.
No supe que nos harían estallar y acabar por los suelos
con el miedo de quien lee su propia mierda desde el precipicio y sigue sin encontrarle explicación alguna
a tanta altura,
ni que te iba a hacer daño a ti.
Eso nunca lo he querido.
Hacerte daño a ti, digo.
Por eso, quizás, he intentado salvarte no escribiendo
-porque ojos que no leen, corazón que no sabe lo que siento-
mientras me ahogaba en un mar de lágrimas
si el corazón apretaba más fuerte aún el nudo de mi garganta.
A los tres nudos se crea un infierno
y la muerte es segura,
y el segundo casi anuda otro más.
Sé que eres frágil en esto de las letras.
Porque sabes que me cuesta mucho mentir
y mucho más hacerlo ante un papel en blanco.
Igual que a ti, que me pusiste ante el objetivo de tus ojos
por ver nacer la vida
como en la fotografía.
Y luego en una sonrisa te atreviste a llamarme primavera.
Tú sabes de lo que no hablo.
No me juzgues, poeta.
Han sido muchas veces las que ambos nos hemos prostituido con las letras
buscando un poco de eso a lo que llaman amor.
No mido el calibre de estas balas y casi siempre apunto hacia a mí
cuando escribo.
Pero te pusiste detrás
para sujetarme fuerte en un abrazo desde la espalda.
Y luego dirás que esta fue la puñalada que nos unió
y nos mató poco tiempo después.
La tinta nos caló el corazón y ahora entiendo lo de que las venas sean azules por fuera
aunque la sangre y su color rojo sigan corriendo siempre igual por dentro.
Por las mías no vas a dejar de correr. Tampoco sé
-ni quiero-
cómo vas a dejar de hacerlo.
Tú, que llegaste con toda la lírica que te ocupaban los sueños,
entre tantos daños,
me acribillaste aquella noche a realidades.
Y desde entonces no entendí nada
y vivo entre el desorden que yo misma me creo.
Y después de tragarme todas tus lágrimas
sólo me queda llover con fuerza.
Ahora puedes llamarme cielo,
es ahí donde nacen las tormentas.
Y las peores dicen, son las de verano.
Pero mi poesía nació contigo
y seguirá después de ti
sin entender por qué no estás,
ni por qué me sale huir.
Porque en cada suspiro en silencio
sólo sé que me alejo.

miércoles, 3 de julio de 2013

Eres, luego insisto; quédate.


"Sé que eres tú porque tiemblo,
porque me imaginé besándote
seis veces antes de besarte,
antes de si quiera conocerte...
y porque no te imaginas cuánto llegué
a temer a tus labios entonces".

- Mónica Gae - 

La tinta mancha más que el semen
y las palabras hasta duelen
aunque tú sólo sientas (mis) arañazos en la espalda
y todo un ejército de caricias
deslizándose por tu cuello
hacia abajo
y en espiral
hasta bordear tu ombligo.
    
Mis dedos aprendieron a bailar tangos contigo
después de seguir tus pasos sobre mi piel.

Puse la canción más lenta
que pudiera tararear en tu oído
para seguir bailando contigo
toda una vida entera.

Aunque quisiera pedirte unas cuantas vidas más
- Sólo una me parece demasiado poco -.

Aún sigue sonando esa canción bajito
casi inaudible
para el resto
y no para nosotros
que la llevamos dentro.

Creo que estoy llegando a tu corazón
- aún no lo tengo demasiado claro,
ni fácil -.

Pero no entiendo cómo te has fijado en mí

llevando a cuestas tantos desastres
y a mi torpeza pisándome los pies
cuando quiero correr,
hasta que me hace tropezar
y caer.

Luego llegas tú
y me levanto,
me atas fuerte otra vez las alas
y me borras los rasguños con un beso
mientras me miras en las palmas de tus manos
moviendo el culo
queriendo (no parar de) bailar.

Voy pasito a pasito
acelerando
muy poco a poco
para evitar frenar de golpe
y acabar en la cuneta
del carril contrario a tu vida.

Los golpes de la vida son menos mortales
si comparto las putadas contigo.

Quiero quererte de frente
y de espaldas al pasado
viendo al despertar todos los amaneceres
que la ciudad nos cede
ajena a su belleza.

Voy a destrozar
el muro de hielo
que nos separa.

Para entrar de golpe,
abrir la puerta y cerrarla 
tras de mí.
Encerrarme contigo 
dentro.

Voy a dejar que me muerdas
también el corazón
para que te dejes caer dentro.

Bien a-dentro.

Ojalá no salgas.

Borrar tus dudas
y mis miedos,
callar a los monstruos que nos habitan
bajo la piel,
hasta matarlos.

'Eres la jaula más bonita
de la que he intentado huir'
                                          - ya lo sabes - 
y aunque no traigo maletas
tengo todo lo que necesito
si me quedo contigo.

Y vengo
porque quiero
quedarme

no más lejos de tu vida
de lo que se puede estar
al separar la boca después de un beso.

Llevo meses deambulando por tus sueños
y me has dejado bailar entre tus versos
siendo una completa desconocida
mucho antes de poder mirarte
y verte en mis ojos.

El verso perfecto es aquel en el que 
siempre
apareces


con el pelo revuelto
la sonrisa despeinada
y todo tu cuerpo derrotado
al otro lado de mi cama.

E(re)s la realidad más bonita que conozco
desde que me encontré contigo.

Cómo explicarte en palabras todo lo que soy
desde que tú
eres conmigo.
Cómo evitar no volver a besarte
después de haber besado tu sonrisa rota
si sólo puedo imaginarme cosiendo mis labios a los tuyos
(imaginando que tú quieres mis labios en los tuyos),
si me muero de ganas 
de volver a verte
y que el mundo tiemble de vernos seguir dando pasos
hacia adelante.

Esto vuelve a ser un intento
para hablar de ti.
Para decirte que
eres mi lugar preferido 
donde quedarme a vivir.