"Porque los nombres que pronunciabas antes ya no son los
mismos
han cambiado los sonidos de todas las ciudades en las que
viviste
ya no ocurre igual dentro de tu pecho
ni en esta habitación
ni en esta palabra
ni en ningún idioma."
- Isabel García Mellado -
con rabia, con distancia, con tiempo al tiempo,
con miedo al silencio.
Con silencio.
A gritos.
A besos.
A versos.
En mi propio eco
como en tu garganta.
En otros cuerpos.
En otros nombres.
Hombres.
Tú no.
Tú ya no.
Nunca más
siempre
contigo.
Abriendo heridas
como si abriera cartas que llegan
cuando menos me espero.
Que lleguen.
Que seas tú.
Vivo. Dejándome moldear por otras manos
-que sujetan fuerte
pero sin ahogar-
la piel, las caricias.
Como quiero.
Cómo quiero.
Qué tacto tenías, joder. Que haberte pillado
las manos en las ventanas que cerrabas
para salir de espaldas por la misma puerta
de entrada.
Entreabierta. Para otras.
Eras jaula.
Me abrí en ti
para escapar.
Vivo la poesía con doble de hielo y
sin la prisa
con la que no pude vivirte a ti.
Con nostalgia. De mí.
Con saliva propia y de otros
para cicatrizar heridas
aunque el veneno de otras bocas
escueza. Como tú.
Guardando las maneras
(con que nos teníamos)
y perdiendo las formas
de encontrarnos de nuevo,
más viejos. Sí.
Pero, tal vez, más felices
aún habiéndonos dejado. Tan rotos.
Tan llenos de,
tan abandonados,
tan descuidados.
Fuimos.
Tantas palabras
haciendo de única arma mortal.
Cabezas que vuelan. Corazones.
Sólo sexo.
Tú lo llamaste amor
y no me lo creí.
No pudiste demostrarlo
tal y como me querías:
desnuda para ti
y también para otros.
Siendo pájaro entre cientos de cuervos volando
esperando matar.
Matarme.
Por hambre.
Siendo el polvo que queda acumulado
en superficies, pero por superficialidad.
Después de nuestro último polvo. Cenizas.
Durante.
Arañazos.
Derrumbe.
Porno.
Desastre.
Poesía.
Frenesí.
Curiosidad.
Soledad.
Cáncer emocional,
de sueños.
Qué hostia te has dado
conmigo.
Después de ti
sé que existe la vida
en nuevos principios.
En mejores precipicios.
En peores lluvias aprendí
a bailar mejores tangos.
Descalza sobre cristales.
Sigo.
Saltando
sin paracaídas.
Ahora no caigo; vuelo.
Más. Bien.
Venga, pon las palmas de las manos hacia arriba, que voy a besártelas.
ResponderEliminar¡ERES UNA ABSOLUTA MARAVILLA!