viernes, 26 de julio de 2013

No pretendo que lo entiendas, pero

A Escandar y Salem
y al resto de poetas,
por lo que provocan cuando hacen todo eso
a lo que podemos seguir llamando poesía.
Gracias.



Ojalá llegues a sentirlo.
No sabes lo que te puede gustar la poesía hasta que no la tienes delante,
y se cuela hasta el fondo, tocándote
bien adentro arañando a su paso cada recoveco de lo que eres,
lo que fuiste y lo que te queda
por ser.
Hasta que te penetra como una bala que la vida te ha disparado en la sien
y que otros empezaron a contarte, como un cuento cada noche, 
porque tú
aún
seguías en coma e inconsciente en un mundo de mierda 
tan real, donde querían verte (al) despertar,
donde los domingos son días que mueren escuchando a Nacho Vegas,
después de correrte, o casi hacerlo, al escuchar a Quique González,
(y también mueren sin ti, demasiados, para qué mentir),
donde las borracheras eran el principio de todos los poemas de Bukowski.
Donde los lunes son ese primer día de la semana que tanto odiamos
porque parece que alguien ajeno a nuestra suerte nos empuja de la cama y nos hace
apoyar primero 
el pie izquierdo
por huevos
o-varios
tras perder el equilibrio al despertarnos de un sueño, o quién sabe,
una pesadilla.
Que a veces se nos olvida, pero son lo mismo. Sueños, 
al fin y al cabo que no queremos que se cumplan nunca.
Los últimos.
Pero solo hay que abrir los ojos para no entender nada y sentir mucho dolor
en la mirada de la gente.
Ojalá verles y hacerles, por supuesto, sonreír más
que llorar.
A cara descubierta, que ambas cosas parecen estar mal vistas en esta sociedad
capitalista
de sentimientos.
Pero no se venden. No estamos dispuestos.
Y así vamos hacia algún lugar desconocido que creemos conocer
redirigiendo a las vías el tren de nuestra vida en el que somos maquinistas queriendo ser pilotos de avión.
Por lo de volar, digo.
Que rara vez ponemos en el suelo los pies
aunque la vida a veces nos tenga sujetos por cadenas a una piedra con la que nos dejamos
y no dejamos de
tropezar,
hasta que nos volvemos expertos en las caídas del camino y sus cunetas.
Pero que no lo hagan con el corazón
que necesita ser libre.
Y ojalá no nos tapen jamás la boca porque nos sigue funcionando la mente
y podemos, claro que podemos,
seguir
dando
por culo.
Y yo solo sé estar callada si me estás besando.
Que nos dejen las manos libres al tacto de un cuerpo
desnudo
que ya vendrán los insomnios y las noches grises con papeles en blanco y restos de tinta
con la que cargar el alma,
y toda la poesía del mundo
para querernos un poco aunque no entendamos muy bien qué es eso
a lo que llaman amor.
Aunque lo hagamos a pelo
y yo apele a ti,
prefiero llamarlo por tu nombre, que suena mejor. No tienes que entender el por qué
me gusta todo esto
de los versos y el arte,
el rock 
como estilo y filosofía de vida o como casa
en la que vivir,
a la que regresar
si me da por salir huyendo.
Y no es que no sepas lo que me puede o no gustar la poesía,
es que es difícil entenderlo 
hasta que la necesitas,
y nunca encontré una explicación coherente para tantos desastres
sinsentidos
e incoherencia.
Algo ajeno a ésto.
Para tantas putadas por las que hasta terminas escribiendo (mal)
por medir tus propias pulsaciones
y saber que sigues vivo.
Me la metieron a golpes 
de estudio
la poesía, joder,
y así es imposible que algo empiece a gustarte si pierde casi toda su magia
la primera vez que te hablan de ella.
Si te ponen un límite al que llaman métrica
cuando yo siempre he sido un verso libre
al borde de cada precipicio.
Por eso tardé tanto en llegar 
al verso más alto que empieza desde el suelo.
Pero créeme que la encontré tras perderme una vez más, 
y sé que todo eso 
de que la poesía suena mejor
es una realidad que me sé desde el día que leí sus versos
y supe sus nombres.
Y tú, quizás no tengas ni puta idea
de quienes hablo
pero ojalá, como yo
un día te caigas de golpe y de frente en una de sus páginas
y no sepas cómo girar la cara para no mirar lo que tienes delante,
y sientas el peso de todo esto,
de la caída tras volar sin paracaídas,
de los corazones.
Y muchos te dirán que tienes uno enorme, co(n)razón
de quien eres,
sin ser conscientes de lo que te pesa por dentro,
de lo que llevas cargando tanto tiempo a tu espalda.
De los sueños que se han convertido en daños por los que seguirás ahogándote en un vaso
con tus propias lágrimas,
puede que hasta con las suyas.
Y tú, si después de todo esto te atreves a llamarme 
a mí
poeta
por cortar frases en supuestos versos según la grieta que tantos nudos de garganta me dejan
para seguir respirando
diré que estás loco.
Tanto como cuando dejaste caer este arma de doble filo y amplios puntos de vista 
según las miradas
en mis manos.
Tanto como para entender algo de todo esto;
que yo no sé si me explico
al decir que esta es la forma más bonita de romperse cuando no lo hacemos a carcajadas
o en un orgasmo.

6 comentarios:

  1. La poesía nos libra de muchas idas y venidas de pensamientos sin sentido. Y otras veces nos atrapa de más.
    Me ha gustado mucho :)

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  2. Puro sentimiento, eso es lo que a mi me refleja. Como tus letras, que llegan, vaya si llegan.
    Besos

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  3. cuando escribes así motivas a escribir. intentaré tambien sostener las palabras, sostener la poesía

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  4. La poesía consigue atrapar a cualquiera que sepa apreciarla. Tus palabras consiguen inspirar a cualquiera que las lea.
    Un besín

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  5. Es increíble la facilidad con la que haces fluir las palabras y, al mismo tiempo, los sentidos del que te lee.
    Gracias

    Un abrazo!

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  6. En estos días de verano me cuesta mucho sentarme a escribir, porque al final todo lo que escribo parece que se derrite por el calor.

    Sin embargo, llegó a tu rincón, y te leo, y miles de versos estallan en mi cabeza y me obligan a ordeñar las teclas del ordenador hasta que por fin, descanso.

    Y entonces te releo, y me enamoro de tus versos.

    Cuídate.

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