"Las ideas formaban líos de seda en tu pelo
y yo me enredaba en tu tela de araña
cerraba los ojos
y me dejaba llevar
a donde no hacían falta las palabras".
- Escandar Algeet -
El rock antiguo es lo más parecido a un orgasmo,
igual que un ataque de risa en buena compañía.
Igual que hay bocas que vuelan
y otras que te hacen volar con un simple roce de labios.
Un orgasmo es aquello que se tiene
cuando la buena música te folla encima de una cama
minutos antes de dormirte.
O en mitad de una calle,
entre la gente.
Y a la mierda las vergüenzas.
Un orgasmo es aquello que te provoca las cosquillas de la risa,
en mil posturas diferentes
con un kamasutra en edición especial,
limitada,
a las dimensiones ilimitadas que la piel es capaz de alcanzar.
Como la imaginación.
Un orgasmo es aquello que nos une aún más
entre tu cuerpo y la pared.
Es lo que nos aprieta con fuerza entre las sábanas y el colchón.
Es aquel miedo que decide saltar desde tus clavículas,
y perderse,
dejar de existir.
Son tus manos enredadas en mi pelo
o arañándome la espalda.
Son tus pantalones por el suelo
o en los pies de mi cama.
Un orgasmo son tus miradas,
tu nuca, tu espalda
(y cada una de sus constelaciones),
tus manos cuando se saltan los límites
antes de que se nos pase por la cabeza ponerlos.
Algo parecido a un orgasmo es esa mueca que haces con la boca
de la que se quiere escapar una sonrisa.
Y a la vez, con tu risa
eres capaz de hacerle cosquillas a mis miedos.
Un orgasmo llevado al infinito
es ese hueco que se forma cuando arqueas tu espalda.
Cuando se te caen las ganas de las manos
y no sabes qué hacer con ellas
más que inundarme la vida.
Y qué bien lo haces,
qué bien se te da.
Un orgasmo es cuando pongo a la poesía (a ti) contra la pared,
para registrar(te) el corazón,
para llenar(te) la espalda de versos,
para lamer(te) las heridas.
Un orgasmo es cuando te resistes
y acabo ganándote la batalla.
Un orgasmo eres tú
en todas y cada una de sus dimensiones.